MI ABRIL

Brotó tu sonrisa
por la madrugada
y surgió una brisa
desde tus pestañas,
largas, sorprendidas,
rubias y sagradas,

que fue Viernes Santo,
día de tu llegada,
con prisa, empujando,
sin tiempo de nada
escuché tu llanto
y sonrió mi alma.

Audaz remolino
de astuta memoria,
libre y atrevido
amante de historias,
ahora desatino,
al rato una gloria.

A tus pies, el mundo
como un gran balón,
soñando un futuro
que le marca gol
al portero injusto
de la sinrazón.

Tierno y desprendido,
ingenioso, alegre,
nobe y divertido,
más que inteligente,
responsable y vivo,
puntual e impaciente.

Bromista incansable,
tu risa temprana
sin miedos renace
como el agua clara,
fresca y saludable,
limpia y deseada.

A tus tristes ojos
quiero dar las gracias
por su azul hermoso,
su inocencia blanca,
y ese afán curioso
siempre en la mirada.

Te doy mis palabras
teñidas de anhelo
para que la almohada
de tus dulces sueños
te susurre al alba
lo que yo te quiero.

A mi hijo Carlos, el niño que quise ser
Juan, abril de 2011