Un sorbito de aire,
para regar las lilas,
para cuidar los nidos,
un pellizco de aire
para agarrar cangrejos,
un ovillo de aire
para tejer bufandas.
El tiempo adormeció
lo que fueron remolinos.
Mostoleño temprano.
Negro de carbón.
De río derramado.
De aula sin pupitres.
El de la sierra.
El del barrio.
¿Quién le da un sorbito de aire
a la campeona de parchís?
Para lanzar el dado
y contar hasta siete,
y comerse quince
a besos.
¿Quién se ha llevado los cincos?
Ayer andaban por aquí,
y hoy,
hoy se esconden.
Ayer de casilla en casilla,
de casita en casita,
y hoy,
hoy en casa.
Ahora, al rendirse cada tarde,
bajo tu escoba paciente,
bondadosa y sabia,
se amontonan las estrellas,
para ser ceñidas
en un solo abrazo.
A Santi, en el recuerdo que todavía se niega a serlo.
Juan, 3 de noviembre de 2015
Muchas gracias mi vida, se lo que os queríais mutuamente.
ResponderEliminarGracias por haberla cuidado y querido tanto.
Te adoro.
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