sobre el diván,
de mercurio a venus,
exploras poemas
sin mirarlos.
Luna sencilla,
entusiasta y libre,
afinas tu vida
al suave compás
de cada aurora.
Luna maestra,
de mi jaula
liberaste al verso,
y al narrador,
y a la sirena,
al dios, al mar,
y a los espejos.
Luna viajera,
si en tu equipaje
no cabe tu luz,
yo me la quedo
para esas noches,
amiga mía,
de vela sin nanas.
Luna apacible,
desde el insomnio
te lanzaré besos.
Con mi gratitud, admiración y cariño, a María Encina, la sabia luna que un poeta sueña.
Juan Moyano Tórtola, mayo de 2013
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