El mar te abre paso,
el mar te lo cierra,
y empujando bravo
con sus firmes brazos
tu destino aleja.
Aprietas los puños
tenaz e incansable,
y el mar, iracundo,
se revuelve brusco
por desanimarte.
Sacudes la espuma,
derribas las olas,
y la sal inunda
tus labios de azúcar,
tu piel incolora.
Añoro esos días
lejanos y alegres
en los que vivías
entre mis caricias
y no entre los peces.
Juan Moyano Tórtola, diciembre de 2012
Taller de poesía
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