Los huesos no atesoran sentimientos,
las tibias no perciben la tristeza,
ni el cráneo, fiel guardián de la cabeza,
alberga un evadido pensamiento.
¿Qué hueso puede oír la voz del viento?
¿Cuál goza de inteligencia o destreza?
¿Alguno está dotado de belleza?
¿Los hay que puedan dar amor o aliento?
Reniego de ser hueso desgajado,
reniego de ascendencia tan fingida,
reniego de un origen inventado.
Mi vientre alberga el germen de la vida,
la vida de los hombres he alumbrado,
no soy una costilla desprendida.
Juan, octubre de 2012
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