Día que te vuelves noche,
encapotado de un gris perenne,
parco en luz, triste y lloroso,
vuela tu velo sin abrirse al infinito.
Alma tapiada de anhelos,
quebrada nota de triste voz
entre el aire y la soga prieta
sobre unas manos ya rendidas.
Tiempo vestido de harapos,
sigo haciendo fila en tu busca
pero olvidé que eres pretérito,
como yo soy imperfecto.
Noches que braman congoja
bajo el paño que despliegas
una callada de ilusiones
para desasosegarme.
Hoy quiero aovillarme dentro de mí
y no buscar puertas,
y no encontrarlas,
y no excusar las apatías que saquean mi aliento.
Juan, un mal día de junio de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario