"Con los pensamientos todo cuidado es poco, algunos se nos presentan con un aire de inocencia hipócrita y luego, pero ya demasiado tarde, manifiestan lo malvados que son." José Saramago

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viernes, 27 de abril de 2012

75 AÑOS PARECEN MUCHOS



Setenta y cinco años parecen muchos, casi una eternidad. Son tres cuartos de siglo, medida de tiempo más apta para calibrar imperios que una vida humana. Siete décadas y media. Quince lustros. Unos veintisiete mil trescientos noventa y tres días, más o menos, si el reparto de bisiestos lo permite.

Tan desmesurada cantidad de tiempo habrá menguado hoy, hasta casi desvanecerse, en la memoria de Luis, memoria viva, memoria que habla sin premura, con la calma de quien anduvo entre las llamas del infierno de Guernica, hace ya tanto tiempo que parece fue ayer.

Era también un abril cuando conocí a Luis, en 2008, en Bilbao, en su tierra, en nuestra exposición. Me lo presentó mi siempre querida María con esa llaneza tan suya. Y hablamos de lo humano, como la sinrazón humana, la bondad humana, la crueldad humana, la solidaridad humana, porque así de confuso es lo humano. Pero no hablamos de lo divino, tal vez porque no habían sido invitadas las divinidades a aquella sala del Palacio Euskalduna por haberse ausentado de Guernica hace tanto tiempo que parece fue ayer, ni estuvieron en Madrid hace ocho años, un mes y quince días, y parece que ha sido este mismo amanecer.

Tal vez los dioses no sean tan omnipresentes como afirman sus hagiógrafos y en Guernica salieron huyendo con el sonido de los primeros aviones alemanes, sin que ni la magnanimidad divina les animase a empuñar su omnipotencia para evitar el bombardeo, o ni siquiera la más morbosa curiosidad les hicieran volver la mirada hacia las cenizas de un pueblo arrasado.

Y tal vez tampoco estaban en mi barrio aquel jueves. Puede que las bombas, vengan por tren o por avión, asusten a los dioses.

Volví a ver a Luis en una cena, en Madrid, aunque en esta ocasión, aun siendo menos personas, apenas pudimos hablar.

Hoy será día de recuerdo histórico, político, bélico, periodístico, social, humano en el más global de sus significados. Para Luis es otro día más de recuerdo personal, de revivir el día que marcó su infancia y el devenir de su vida, de un dolor que ni el paso del tiempo, ni las disculpas presidenciales, lograrán borrar de su memoria.

Confío en que el abrazo que ahora trato de hilvanar, aunque no sea tangible como el de Bilbao, le ofrezca a Luis Iriondo, superviviente del bombardeo de Guernica, hoy hace setenta y cinco años, una pequeña tregua.

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